miércoles, 28 de octubre de 2009

Análisis Semiótico


ESPERANDO A JUAN LUIS GUERRA

ARGUMENTO:

Tres periodistas guatemaltecos van a Costa Rica a conseguir una entrevista con Juan Luis Guerra, en su intensa búsqueda por ella conocen a una mujer, Olga, esta llama la atención de ellos, sin lograr llevársela a la cama. En espera de esa entrevista van a almorzar a un restaurante cercano, estando allí llega Olga. Entretiene a Manuel y Rene mientras el tercer periodista va al hotel para ver si consigue su exclusiva. Estando allí se pelea con todos los guardias y llega hasta Juan Luis Guerra, quien fue alejado de el por su manager.

En el estadio, donde sería el concierto, se encuentran nuevamente a Olga, a quien aprovechan para estar lo más cerca de ella, hasta que se la llevan a trabajar y los tres periodistas se quedaron sin su entrevista exclusiva. A excepción de Manuel que logro lo que quería, tener sexo con Olga.

CONFLICTO: Es el lograr la entrevista exclusiva con Juan Luis Guerra venciendo a todos los guardaespaldas del mismo.

SECUENCIAS:

Situación inicial esperanzados, en lograr su entrevista.

Proceso desesperación, se pelean con los guardias y con el Manager.

Situación final desilusión, ya que no obtuvieron la entrevista y posiblemente los van a despedir.

OPOSICIONES:

Esperanza-desilusión por querer lograr la entrevista.

Ocio-trabajo mezclando el placer con el objetivo principal del viaje

Ansiedad-paciencia por obtener la entrevista antes del concierto y la desesperación de no conseguirla.

PERSONAJES:

PRINCIPALES: Periodista Guatemalteco (Narrador) y Juan Luis Guerra (Entrevistado)

SECUNDARIOS: el Manager de Juan Luis Guerra, Manuel, Rene y Olga

TIEMPOS:

Se sitúa en el tiempo actual

ESPACIOS:

Se desarrolla en Costa Rica, en el Hotel, en un Restaurante cercano al hotel y en el Estadio

DENOTADO:

La necesidad de conseguir una entrevista exclusiva con Juan Luis Guerra para mantener su estabilidad laboral, y conseguir el rechazo hacia los periodistas guatemaltecos.

COGNOTADO:

Las cosas que las personas están dispuestas a hacer por salirse con la suya. Sobre todo el interés que los mueve, no importando las mentiras, sobornos, venderse, humillarse y rebajarse.

PROUESTA IDEOLÓGICA:

Da a conocer las desventajas que tienen los guatemaltecos de competir con otros países, y lo desprotegidos que se sienten, al igual que las mujeres, la discriminación que existe contra ellas, tratándolas como objeto sexual.

martes, 29 de septiembre de 2009

El 24 de Septiembre, a las 16:40 minutos dió inicio la presentación del poemario "País Desnudo", contando con la presencia de Víctor Hugo Majus, Armando Rivera, Javier Mesalles y por supuesto su autor Gustavo Bracamonte, con los músicos invitados Alejandro arriaza y Manlio Soto. Quienes cada uno le impuso un sello personal a cada poema que se expresaba.

También, se presentaron docentes de la Universidad de San Carlos, familiares, amigos y compañeros estudiantes. Así mismo se contó con las palabras de agradecimiento por la representante de la Embajada de México, un evento corto e interesante, combina entre lo bohemio y barroco.

Los poemas que se dieron a conocer fueron "El oficio de amarte, País de deseo, Hojas de agua sobre la calle, Desde la Interrogación, primera alocución, lectura íntima y cerca de otro cuerpo. Estos dan un panorama de lo que el lector pueda esperar del poemario, mismo que me hace pensar ¿en qué o en quien se estaba inspirando a la hora de escribir? Es una pregunta que no pude hacerle pero lo cierto es que mezcla la situación actual con el cuerpo humano, sus experiencias vividas a través de la expresión corporal al desnudo.





Los invito a leer el poemario "País al Desnudo" de Gustavo Bracamonte y puedan descubrir al desnudo un país.

"País Desnudo

martes, 22 de septiembre de 2009

RUBEN DARIO








La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,



que ha perdido la risa, que ha perdido el color.



La princesa está pálida en su silla de oro,



está mudo el teclado de su clave de oro;



y en un vaso olvidado se desmaya una flor.



El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.



Parlanchina, la dueña dice cosas banales,y,



vestido de rojo, piruetea el bufón.



La princesa no ríe, la princesa no siente;



la princesa persigue por el cielo de Oriente



la libélula vaga de una vaga ilusión.



¿Piensa acaso en el príncipe del Golconsa o de China,



o en el que ha detenido su carroza argentina



para ver de sus ojos la dulzura de luz?



¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,



o en el que es soberano de los claros diamantes,



o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?



¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosaquiere ser golondrina,



quiere ser mariposa,



tener alas ligeras, bajo el cielo volar,



ir al sol por la escala luminosa de un rayo,



saludar a los lirios con los versos de mayo,



o perderse en el viento sobre el trueno del mar.




Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,



ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,



ni los cisnes unánimes en el lago de azur.



Y están tristes las flores por la flor de la corte;



los jazmines de Oriente, los nulumbos del Norte,



de Occidente las dalias y las rosas del Sur.





¡Pobrecita princesa de los ojos azules!



Está presa en sus oros, está presa en sus tules,



en la jaula de mármol del palacio real,



el palacio soberbio que vigilan los guardas,



que custodian cien negros con sus cien alabardas,



un lebrel que no duerme y un dragón colosal.



¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!



(La princesa está triste. La princesa está pálida)



¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!



¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe



(La princesa está pálida. La princesa está triste)



más brillante que el alba, más hermoso que abril!



¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina,



en caballo con alas, hacia acá se encamina,



en el cinto la espada y en la mano el azor,



el feliz caballero que te adora sin verte,



y que llega de lejos, vencedor de la Muerte ,



a encenderte los labios con su beso de amor!

COMENTARIO: Toda la literatura escrita por Rubén Darío, es muy diferente a la moderna y época de la conquista. Tiene una estructura marcada por las rimas, los cuartetos y la secuencia.


Me gusta mucho este poema porque narra de manera mística como la princesa desea estar con su príncipe, y tiene una cómplice, el hada madrina que al final logran su objetivo. También quiero resaltar el hecho de que ellos ven fácil la manera de resolver sus problemas, con la imaginación. Me agrada el lenguaje entendible a excepción de algunas palabras que no conocía, pero por lo demás es entendible y con temas atrayentes para todos sus lectores, en especial para aquellos que no son amantes de la poesía.



Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.



Un soplo milenario trae amagos de peste.



Se asesinan los hombres en el extremo Este.



¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?



Se han sabido presagios, y prodigios se han visto



y parece inminente el retorno del Cristo.



La tierra está preñada de dolor tan profundo



que el soñador, imperial meditabundo,



sufre con las angustias del corazón del mundo.



Verdugos de ideales afligieron la tierra,



en un pozo de sombras la humanidad se encierra



con los rudos molosos del odio y de la guerra.



¡Oh, Señor Jesucristo!, ¿por qué tardas,



qué esperas para tender tu mano de luz sobre las fieras



y hacer brillar al sol tus divinas banderas?



Surge de pronto y vierte la esencia de la vida sobre tanta alma loca,



triste o empedernida,



que, amante de tinieblas, tu dulce aurora olvida.




Ven, Señor, para hacer la gloria de ti mismo,



ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,



ven a traer amor y paz sobre el abismo.



Y tu caballo blanco, que miró al visionario,



pase. Y suene el divino clarín extraordinario.



Mi corazón será brasa de tu incensario.


PROPOSITO PRIMAVERAL

A Vargas Vila.



A saludar me ofrezco y a celebrar me obligo



tu triunfo, Amor, al beso de la estación que llega



mientras el blanco cisne del lago azul navega



en el mágico parque de mis triunfos testigo.




Amor, tu hoz de oro ha segado mi trigo;



por ti me halaga el suave son de la flauta griega,



y por ti Venus pródiga sus manzanas me entrega



y me brinda las perlas de las mieles del higo.



En el erecto término coloco una corona



en que de rosas frescas la púrpura detona;



y en tanto canta el agua bajo el boscaje oscuro,



junto a la adolescente que en el misterio inicio apuraré,



alternando con tu dulce ejercicio,



las ánforas de oro del divino Epicuro.



martes, 1 de septiembre de 2009



Novelista y ensayista guatemalteco, nacido en Ciudad de Guatemala. Fue colaborador del diario Correo de la Tarde, dirigido por Rubén Darío, hasta 1890; y director de El Liberal a partir de 1916. En 1966, el Alcalde de la Ciudad de Guatemala, Ramiro Ponce Monroy, cambió el nombre del Parque Concordia por el de Parque Enrique Gómez Carrillo, donde se colocó su busto, en bronce, obra del escultor guatemalteco Rodolfo Galeotti Torres. El Alcalde de la ciudad de Guatemala, Fritz García-Gallont lo reinauguró el 24 de abril del año 2003.





En honor a este prestigioso guatemalteco no debemos permitir que lugares como este parque haga un giro total para convertirse en un mercado municipal. El 14 de agosto de 2008, el grupo Rohje y la Asociación Enrique Gómez Carrillo, en el marco del XI Festival del Centro Histórico, presentaron el acto Las Mil y Una Noches en el Parque Enrique Gómez Carrillo de la Ciudad de Guatemala.





En la actualidad, este parque han logrado mantenerlo limpio y además de ser un lugar diferente en medio de la zona 1, donde podemos encontrar ventas ambulantes, comercio, entre otros; es un lugar dedicado a las personas que gustan de la lectura en un lugar con mucha trascendencia.




No permitamos que lugares de tranquilidad se conviertan en lugares ruidosos. No apoyemos la decisión del alcalde capitalino.






martes, 18 de agosto de 2009

La Literatura V@ para Internet

Quiero iniciar mencionando que alrededor de 15 años atrás en las escuelas y colegios, cuando los maestros dejaban un trabajo de investigación los alumnos tenían que dirigirse a las bibliotecas durante varias horas llevando hojas, cuadernos y lapiceros para poder presentar un buen trabajo. Sin mencionar que para transcribirlo o para verse el trabajo presentable utilizaban las máquinas de escribir o si tenían acceso a una computadora.




Pero ahora, conforme ha avanzado la tecnología es mucho más fácil y práctico investigar, buscar, leer e informarse. Lo mismo sucede con la literatura, en especial en los autores que necesitan de lectores para hacer vivir la escritura.




Si no podemos utilizar el internet, quedamos en la ignoracia ante los hechos sucedidos alrededor del mundo entero. A travez de la literatura podemos ubicarnos en el contexto del autor, conocer un poco mas acerca de su cosmovisión de la vida, otro punto de vista u otra manera de verla; y lo más emocionante es saber que la lectura no tiene límites, es libre e independiente ante complejos, leyes y resticciones tanto para el autor como para el lector.





En conclusión puedo decir, que el internet es una herramienta y forma parte ya de la literatura, debido a su disponibilidad y libertad, creando una literatura independiente y creativa.

miércoles, 29 de julio de 2009


SOLO QUIERO

Yo solo quiero

un poco de atardecer

para platicar con ella,
escondidos detrás de algún árbol

decirle que ya no aguanto más,

que se venga a vivir conmigo
que tengo ganas de echarle una semilla.


Humberto Ak'abal



Comentario:


La manera de escribir de Al'abal, desde mi punto de vista

es muy sencillo su vocabulario, pero a la vez mezcla su idioma

natal con el castellano, una manera muy original de escribir.



POEMAYA

POESÍA DE LO PROPIO…
1
Nací mujer predestinada al llanto
desde siempre bebí palabras sumergidas en sueños en mis dos países hubo muros que aún quiero derribar
-botar piedras de siglos no es fácil para cuatro niñas de cinco años -en mis dos países aprendí a amar a las de mi piel
de mi voz de mi cuerpo de mis lenguas nunca encontré mi camino lo sigo buscando
nací mujer nací sola crecí sola
sigo
sola

no siento vergüenza de mis lágrimas
ellas son la rabia por el dolor de mis hermanas
con ellas lavo el abuso de calles, cines y salas en claroscuro…
con ellas condeno las cadenas de mi casa, mi ciudad,
mi país me acompañan y recorro los surcos
de mis sueños
levanto mis brazos despierto las voces de todas lloro con coraje
con furia por Isabel, Mercedes, Zoila…
mañana lo quiero hacer con Paz



comentario:


Maya Cu, combina sus vivencias con lo que

le rodea para expresar lo que siente por su

ser amado en la mayoría de sus obras, dejando

una inquietud que despierta a la imaginación.

sábado, 18 de julio de 2009

Romelia Alarcón Folgar


Poetisa de original expresión en la lírica femenina guatemalteca.


Nació en Cobán, Guatemala, en 1900. Su obra fue saludada con efusión en varios países de América, como Argentina, donde fue publicado su libro Día vegetal. Su obra está compuesta de los títulos siguientes: Clima verde, Vigilia blanca, Pasos sobre la yerba, Día vegetal, Poemas de la vida simple, Claridad, Plataforma de cristal, Casa de pájaros, Viento de colores, Cauce, Llamaradas, Tránsito terrestre, Tiempo inmóvil, Más allá de la voz. En prosa publicó: El gusano de luz, Cuentos de abuelita, Sin brújula, El vendedor de trinos. Falleció en 1970.




Epístola irreverente a Jesucristo (I)


Cristo,


bájate ya de tu cruz y lávate las manos,


lava tus rodillas y tu costado,


peina tus cabellos,


calza tus sandalias y confunde tus pasos con todos los pasos que te buscan por la cordilleras y el mar;


por las comarcas; por el aire, por las alambradas de los caminos.


Tú solucionas cualquier cosa,


para ti todo es fácil y entonces ¿qué esperas?


¿Por qué no bajas de tu cruz ahora mismo?


Sin parábolas,


con balas y sueltos arrecifes vengativos en las manos...


Y se llenen los pueblos de hombres liberados y sol de mediodía,


huertos, palomas y rosas de corolas intactas y clarines anuncien pacíficas mañanas.


Cristo,


baja ya de tu cruz


donde millares de hombres contigo están crucificaos:


lava tus manos y sus manos, tus rodillas y sus rodillas,


tu costado y el costado de ellos;


lava tu frente y la frente de ellos coronada de espinas.


Que no prosiga tu martirio inmóvil:


muestra tu ira,


baja ya de cruz,


mézclate con los hombres que te aman.

jueves, 7 de mayo de 2009

lunes, 27 de abril de 2009





Las Leyendas de Guatemala





El jueves 23 de abril pasado, estuvimos en el auditoum Francisco Vela, de la facultad de Ingenieria de la Universidad de San Carlos, para presenciar el primer foro sobre las leyendas de Guatemala, promocionado por la Escuela de Ciencias de la Comunicación.



Un foro que despertó las espectativas de todos los asistentes al inicio. Presenciando con la presentacion de los panelistas, Gladys Tobar y Haroldo Rodas, ambos con varios titulos y especializaciones en el área de historia y Antropología. Quienes a su vez hablaron y expusieron hacerca de las tradicionales leyendas de Guatemala como por ejemplo: La Llorona, la Tatuana, el Cadejo, las ánimas benditas, y el sombreron entre otros.




Me interesó la parte en que los panelistas hablaban al respecto de la cultura que transmiten las leyendas a cada pueblo, también me dió tristeza al saber que poco a poco se ha ido perdiendo dicha tradición, lo que si es muy cierto es que el misterio de saber si una leyenda es verdad o mentira mantiene lo místico dentro de nuestra identidad.






Al finalizar nos mostraron los videos ganadores de el concurso de leyendas, el primero fue la leyenda de "la vuelta del chilero" muy interesante y con un buen argumento. La que nos dejó intrigados fue la ganadora del primer lugar "La leyenda del 7 de Diciembre", que fue tanta la promoción que no hubo un plan B a la hora que faltó el video o tan siquiera la narración de la leyenda.

Esperamos cada detalle mejore con la calidad de los estudiantes.

viernes, 13 de marzo de 2009

NO SOY QUIEN ESCUCHA...

No soy quien escuchaese trote llovido que atraviesa mis venas.No soy quien se pasa la lengua entre los labios,al sentir que la boca se me llena de arena.No soy quien espera,enredado en mis nervios,que las horas me acerquen el alivio del sueño,ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.

SOLO

Solo, con mi esqueleto, mi sombra, mis arterias, como un sapo en su cueva, asomado al verano, entre miles de insectos que saltan, retroceden, se atropellan, fallecen; en una delirante actividad sin rumbo, inútil, arbitraria, febril, idéntica a la fiebre que sufren las ciudades. Solo, con la ventana abierta a las estrellas, entre árboles y muebles que ignoran mi existencia, sin deseos de irme, ni ganas de quedarme a vivir otras noches, aquí, o en otra parte, con el mismo esqueleto, y las mismas arterias, como un sapo en su cueva circundado de insectos.

HAZAÑA

Todo,todo,en el aire,en el agua,en la tierradesarraigado y ácido,descompuesto,perdido.El agua hecha caballo antes que nube y lluvia.Los toros transformados en sumisas poleas.El engaño sin malla,sin "tutu",sin pezones.La impúdica mentira exhibiendo el traseroen todas las posturas,en todas las esquinas.Las polillas voraces de expediente cocido,disfrazadas de hiena,de tapir con mochila.Las techumbres que emigran en oscuras bandadas.Las ventanas que escupen dentaduras de piano,cacerolas,espejos,piernas carbonizadas.Porque miradsin musgo,mi corazón de yesca,qué hicimos,qué hemos hechocon nuestas pobres manos,con nuestros esqueletos de invierno y de verano.Desatar el incendio.Aplaudir el desastre.Trasladar,sobre caucho,apetitos de pústula.Prostituir los crepúsculos.Adorar los bulonesy los secos cerebros de nuez reblandecida...Como si no existiera más que el sudor y el asco;como si sólo ansiáramos nutrir con nuestra sangrelas raíces del odio;como si ya no fuese bastante deprimentesaber que sólo somos un pálido excrementodel amor,de la muerte.


YO EN EL FONDO DEL MAR

En el fondo del mar hay una casa de cristal.
A una avenida de madréporas da.
Un gran pez de oro, a las cinco, me viene a saludar.
Me trae un rojo ramo de flores de coral.
Duermo en una cama un poco más azul que el mar.
Un pulpo me hace guiños a través del cristal. En el bosque verde que me circunda —din don... din dan— se balancean y cantan las sirenas de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza arden, en el crepúsculo, las erizadas puntas del mar.

LA INQUIETUD DEL ROSAL

El rosal en su inquieto modo de florecer va quemando la savia que alimenta su ser. ¡Fijaos en las rosas que caen del rosal: Tantas son que la planta morirá de este mal! El rosal no es adulto y su vida impaciente se consume al dar flores precipitadamente.

DOLOR

Quisiera esta tarde divina de octubre pasear por la orilla lejana del mar; que la arena de oro, y las aguas verdes, y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera, como una romana, para concordar con las grandes olas, y las rocas muertas y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos y la boca muda, dejarme llevar; ver cómo se rompen las olas azules contra los granitos y no parpadear; ver cómo las aves rapaces se comen los peces pequeños y no despertar; pensar que pudieran las frágiles barcas hundirse en las aguas y no suspirar; ver que se adelanta, la garganta al aire, el hombre más bello, no desear amar...
Perder la mirada, distraídamente, perderla y que nunca la vuelva a encontrar: y, figura erguida, entre cielo y playa, sentirme el olvido perenne del mar.

Poemas de Octavio Paz

El pájaro

Un silencio de aire, luz y cielo. En el silencio transparente el día reposaba: la transparencia del espacio era la transparencia del silencio. La inmóvil luz del cielo sosegaba el crecimiento de las yerbas. Los bichos de la tierra, entre las piedras, bajo la luz idéntica, eran piedras. El tiempo en el minuto se saciaba. En la quietud absorta se consumaba el mediodía. Y un pájaro cantó, delgada flecha. Pecho de plata herido vibró el cielo, se movieron las hojas, las yerbas despertaron... Y sentí que la muerte era una flecha que no se sabe quién dispara y en un abrir los ojos nos morimos.

Acabar con todo
Dame, llama invisible, espada fría, tu persistente cólera, para acabar con todo, oh mundo seco, oh mundo desangrado, para acabar con todo. Arde, sombrío, arde sin llamas, apagado y ardiente, ceniza y piedra viva, desierto sin orillas. Arde en el vasto cielo, laja y nube, bajo la ciega luz que se desploma entre estériles peñas. Arde en la soledad que nos deshace, tierra de piedra ardiente, de raíces heladas y sedientas. Arde, furor oculto, ceniza que enloquece, arde invisible, arde como el mar impotente engendra nubes, olas como el rencor y espumas pétreas. Entre mis huesos delirantes, arde; arde dentro del aire hueco, horno invisible y puro; arde como arde el tiempo, como camina el tiempo entre la muerte, con sus mismas pisadas y su aliento; arde como la soledad que te devora, arde en ti mismo, ardor sin llama, soledad sin imagen, sed sin labios. Para acabar con todo, oh mundo seco, para acabar con todo.


Frente al mar


1 ¿La ola no tiene forma? En un instante se esculpe y en otro se desmorona en la que emerge, redonda. Su movimiento es su forma. 2 Las olas se retiran ?ancas, espaldas, nucas? pero vuelven las olas ?pechos, bocas, espumas?. 3 Muere de sed el mar. Se retuerce, sin nadie, en su lecho de rocas. Muere de sed de aire.
//


Hombre necios

HOMBRES NECIOS QUE ACUSAIS A LA MUJER SIN RAZON, SIN VER QUE SOIS LA OCASION DE LO MISMO QUE CULPAIS. SI CON ANSIA SIN IGUAL, SOLICITAIS SU DESDEN, PORQUE QUEREIS QUE OBREN BIEN, SI LAS INCITAIS AL MAL? COMBATIS SU RESISTENCIA, Y LUEGO CON GRAVEDAD DECIS QUE FUE LIVIANDAD LO QUE HIZO LA DILIGENCIA. QUE HUMOR PUEDE SER MAS RARO QUE EL QUE FALTO DE CONSEJO, EL MISMO EMPAÑA EL ESPEJO, Y SIENTE QUE NO ESTA CLARO? CON EL FAVOR Y EL DESDEN, TENEIS CONDICION IGUAL QUEJANDOOS SI OS TRATAN MAL, BURLANDOOS SI OS QUIEREN BIEN.


Detente Sombra

Detente, sombra de mi bien esquivo,imagen del hechizo que más quiero,bella ilusión por quien alegre muero,dulce ficción por quien penosa vivo.Si al imán de tus gracias, atractivo,sirve mi pecho de obediente acero,¿para qué me enamoras lisonjerosi has de burlarme luego fugitivo?Mas blasonar no puedes, satisfecho,de que triunfa de mí tu tiranía:que aunque dejas burlado el lazo estrechoque tu forma fantástica ceñía,poco importa burlar brazos y pechosi te labra prisión mi fantasía.
Sor Juana Inés de la Cruz



Este Amoroso Tormento

Este amoroso tormento que en mi corazon se ve, se que lo siento y no se la causa porque lo siento Siento una grave agonia por lograr un devaneo, que empieza como deseo y para en melancolia. y cuando con mas terneza mi infeliz estado lloro se que estoy triste e ignoro la causa de mi tristeza. " Siento un anhelo tirano por la ocacion a que aspiro, y cuando cerca la miro yo misma aparto la mano. Porque si acaso se ofrece, despues de tanto desvelo la desazona el recelo o el susto la desvanece. Y si alguna vez sis susto consigo tal pocesion (cualquiera) leve ocacion me malogra todo el gusto. Siento mal del mismo bien con receloso temor y me obliga el mismo amor tal vez a mostrar desden.


BOSQUE DE ROSAS


Allí despacio te diré mis cuitas;Allí en tu boca escribiré mis versos!— Ven, que la soledad será tu escudo! Pero, si acaso lloras, en tus manos Esconderé mi rostro, y con mis lágrimas Borraré los extraños versos míos.Sufrir ¡tú a quien yo amo, y ser yo el casco Brutal, y tú, mi amada, el lirio roto?Oh, la sangre del alma, tú la has visto? Tiene manos y voz, y al que la vierte Eternamente entre la sombra acusa. ¡Hay crímenes ocultos, y hay cadáveres De almas, y hay villanos matadores! Al bosque ven: del roble más erguido Un pilòn labremos, y en el pilòn Cuantos engañen a mujer pongamos!Esta es la lidia humana: la tremendaBatalla de los cascos y los lirios!Pues los hombres soberbios ¿no son fieras?Bestias y fieras! Mira, aquí te traigoMi bestia muerta, y mi furor domado.—Ven, a callar; a murmurar; al ruidoDe las hojas de Abril y los nidales.Deja, oh mi amada, las paredes mudasDe esta casa ahoyada y ven conmigoNo al mar que bate y ruge sino al bosqueDe rosas que hay al fondo de la selva.Allí es buena la vida, porque es libre—Y la virtud, por libre, será cierta,Por libre, mi respeto meritorio.Ni el amor, si no es libre, da ventura.¡Oh, gentes ruines, las que en calma gozanDe robados amores! Si es ajenoEl cariño, el placer de respetarloMayor mil veces es que el de su goce;Del buen obrar ¡qué orgullo al pecho quedaY còmo en dulces lágrimas rebosa,Y en extrañas palabras, que parecenAleteos, no voces! Y ¡qué culpaLa de fingir amor! Pues hay tormentoComo aquél, sin amar, de hablar de amores!Ven, que allí triste iré, pues yo me veo! Ven, que la soledad será tu escudo!

MUJERES 1


Ésta, es rubia: ésa, oscura: aquélla, extraña Mujer de ojos de mar y cejas negras:Y una cual palma egipcia alta y solemne Y otra como un canario gorjeadora. Pasan, y muerden: los cabellos luengos Echan, como una red: como un jugueteLa lánguida beldad ponen al labio Casto y febril del amador que a un templo Con menos devociòn que al cuerpo llega De la mujer amada: ella, sin velos. Yace, y a su merced; —él, casto y mudo En la inflamada sombra alza dichoso Como un manto imperial de luz de aurora. Cual un pájaro loco en tanto ausente En frágil rama y en menudas flores De la mujer el alma travesea:Noble furor enciende al sacerdote Y a la insensata, contra el ara augusta Como una copa de cristal rompiera:— Pájaros, sòlo pájaros: el alma Su ardiente amor reserve al universo.

A LOS ESPACIOS


A los espacios entregarme quiero Donde se vive en paz, y con un manto De luz, en gozo embriagador henchido, Sobre las nubes blancas se pasea,— Y donde Dante y las estrellas viven. Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto En ciertas horas puras, còmo rompe Su cáliz una flor,— y no es diverso Del modo, no, con que lo quiebra el alma,Escuchad, y os diré: —viene de prontoComo una aurora inesperada, y comoA la primera luz de primaveraDe flor se cubren las amables lilas...Triste de mí: contároslo queríaY en espera del verso, las grandiosasImágenes en fila ante mis ojosComo águilas alegres vi sentadas.Pero las voces de los hombres echanDe junto a mí las nobles aves de oro:Ya se van, ya se van: ved còmo rueda La sangre de mi herida. Si me pedís un símbolo del mundo En estos tiempos, vedlo: un ala rota. Se labra mucho el oro, el alma apenas!— Ved còmo sufro: vive el alma mía Cual cierva en una cueva acorralada:— Oh, no está bien:me vengaré, llorando!


Amor de tarde

Es una lástima que no estés conmigocuando miro el reloj y son las cuatroy acabo la planilla y pienso diez minutosy estiro las piernas como todas las tardesy hago así con los hombros para aflojar la espalday me doblo los dedos y les saco mentiras.Es una lástima que no estés conmigocuando miro el reloj y son las cincoy soy una manija que calcula intereseso dos manos que saltan sobre cuarenta teclaso un oído que escucha como ladra el teléfonoo un tipo que hace números y les saca verdades.Es una lástima que no estés conmigocuando miro el reloj y son las seis.Podrías acercarte de sorpresay decirme "¿Qué tal?" y quedaríamosyo con la mancha roja de tus labiostú con el tizne azul de mi carbónico.


Bienvenida
Se me ocurre que vas a llegar distinta no exactamente más lindani más fuerteni más docilni más cautatan solo que vas a llegar distintacomo si esta temporada de no vermete hubiera sorprendido a vos tambiénquizá porque sabescómo te pienso y te enumerodespués de todo la nostalgia existeaunque no lloremos en los andenes fantasmalesni sobre las almohadas de candorni bajo el cielo opacoyo nostalgiotu nostalgiasy cómo me revienta que él nostalgietu rostro es la vanguardiatal vez llega primeroporque lo pinto en las paredescon trazos invisibles y segurosno olvides que tu rostrome mira como pueblosonríe y rabia y cantacomo puebloy eso te da una lumbreinapagableahora no tengo dudasvas a llegar distinta y con señalescon nuevascon honduracon franquezasé que voy a quererte sin preguntassé que vas a quererme sin respuestas.



A tientas
Se retrocede con seguridadpero se avanza a tientasuno adelanta manos como un ciegociego imprudente por añadidurapero lo absurdo es que no es ciegoy distingue el relámpago la lluvialos rostros insepultos la cenizala sonrisa del necio las afrentasun barrunto de pena en el espejola baranda oxidada con sus pájarosla opaca incertidumbre de los otrosenfrentada a la propia incertidumbrese avanza a tientas / lentamentepor lo común a contramanode los convictos y confesosen búsqueda tal vezde amores residualesque sirvan de consuelo y recompensao iluminen un pozo de nostalgiasse avanza a tientas / vacilanteno importan la distancia ni el horarioni que el futuro sea una vislumbreo una pasión deshabitadaa tientas hasta que una nochese queda uno sin cómplices ni tactoy a ciegas otra vez y para siemprese introduce en un túnel o destinoque no se sabe dónde acaba.

Corazón coraza

Porque te tengo y no
porque te pienso porque la noche está de ojos abiertos porque la noche pasa y digo amor porque has venido a recoger tu imagen y eres mejor que todas tus imágenes porque eres linda desde el pie hasta el alma porque eres buena desde el alma a mí porque te escondes dulce en el orgullo pequeña y dulce corazón coraza

porque eres mía porque no eres mía porque te miro y muero y peor que muero si no te miro amor si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera pero existes mejor donde te quiero porque tu boca es sangre y tienes frío tengo que amarte amor tengo que amarte aunque esta herida duela como dos aunque te busque y no te encuentre y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.


Decir que No
Ya lo sabemos es difícil decir que no decir no quiero
ver que el dinero forma un cerco alrededor de tu esperanza sentir que otros los peores entran a saco por tu sueño
ya lo sabemos es difícil decir que no decir no quiero
no obstante cómo desalienta verte bajar tu esperanza saberte lejos de ti mismo
oírte primero despacito decir que sí decir sí quiero comunicarlo luego al mundo con un orgullo enajenado
y ver que un día pobre diablo ya para siempre pordiosero poquito a poco abres la mano y nunca más puedes cerrarla.



Me peina el viento los cabellos como una mano maternal:abro la puerta del recuerdo y el pensamiento se me va.Son otras voces las que llevo, es de otros labios mi cantar:hasta mi gruta de recuerdos tiene una extraña claridad!Frutos de tierras extranjeras, olas azules de otro mar, amores de otros hombres, penas que no me atrevo a recordar.Y el viento, el viento que me peina como una mano maternal!Mi verdad se pierde en la noche:no tengo noche ni verdad!Tendido en medio del camino deben pisarme para andar.Pasan por mí sus corazones ebrios de vino y de soñar.Yo soy un puente inmóvil entre tu corazòn y la eternidad.Si me muriera de repente no dejaría de cantar!


DESESPEDIENTE


La paloma está llena de papeles caídos, su pecho está manchado por gomas y semanas, por secantes más blancos que un cadáver y tintas asustadas de su color siniestro.Ven conmigo a la sombra de las administraciones, al débil, delicado color pálido de los jefes, a los túneles profundos como calendarios, a la doliente rueda de mil páginas.Examinemos ahora los títulos y las condiciones, las actas especiales, los desvelos, las demandas con sus dientes de otoño nauseabundo, la furia de cenicientos destinos y tristes decisiones.Es un relato de huesos heridos,amargas circunstancias e interminables trajes,y medias repentinamente serias.Es la noche profunda, la cabeza sin venasde donde cae el día de repentecomo de una botella rota por un relámpago.Son los pies y los relojes y los dedos y una locomotora de jabón moribundo, y un agrio cielo de metal mojado, y un amarillo río de sonrisas.Todo llega a la punta de los dedos como flores, a uñas como relámpagos, a sillones marchitos, todo llega a la tinta de la muerte y a la boca violeta, de los timbres.Lloremos la defunciòn de la tierra y el fuego, las espadas, las uvas,los sexos con sus duros dominios de raíces, las naves del alcohol navegando entre naves y el perfume que baila de noche, de rodillas, arrastrando un planeta de rosas perforadas.Con un traje de perro y una mancha en la frente caigamos a la profundidad de los papeles, a la ira de las palabras encadenadas,a manifestaciones tenazmente difuntas, a sistemas envueltos en amarillas hojas.Rodad conmigo a las oficinas, al incierto olor de ministerios, y tumbas, y estampillas. Venid conmigo al día blanco que se muere dando gritos de novia asesinada.



La mariposa volotea y arde -con el sol- a veces.Mancha volante y llamarada, ahora se queda parada sobre una hoja: que la mece.Me decían: -No tienes nada. No estás enfermo. Te parece.Yo tampoco decía nada. Y pasò el tiempo de las mieses.Hoy una mano de congoja llena de otoño el horizonte. Y hasta de mi alma caen hojas.Me decían: -No tienes nada. No estás enfermo. Te parece.Era la hora de las espigas. El sol, ahora, convalece.Todo se va en la vida, amigos. Se va o perece.Se va la manò que te induce. Se va o perece.Se va la rosa que desates.También la boca que te bese.El agua, la sombra y el vaso. Se va o perece.Pasò la hora de las espigas.El sol, ahora, convalece.Su lengua tibia me rodea. También me dice: -Te parece.La mariposa volotea,revolotea,y desaparece.



POEMA 5


Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban. Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para tus blancas manos, suaves como las uvas.

POEMA 15


Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

RIMA I


Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de este himno cadencias que el aire dilata en la sombras. Yo quisiera escribirlo, del hombre domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas. Pero en vano es luchar; que no hay cifra capaz de encerrarlo, y apenas, ¡oh hermosa! pudiera al oído, contártelo a solas.



RIMA IV


No digáis que agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: Podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas; mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista; mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías; mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía! Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, Y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista; mientras la humanidad siempre avanzando, no sepa a dó camina; mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía!

RIMA VI


Como la brisa que la sangre orea sobre el oscuro campo de batalla, cargada de perfumes y armonías en el silencio de la noche vaga; símbolo del dolor y la ternura, del bardo inglés en el horrible drama, la dulce Ofelia, la razón perdida cogiendo flores y cantando pasa.



RIMA IX


Besa el aura que gime blandamente las leves ondas que jugando riza el sol besa a la nube de occidente y de púrpura y oro la matiza. la llama en derredor del tronco ardiente por besar a otra llama se desliza. y hasta el sauce inclinándose a su peso al río que lo besa, vuelve un beso.

RIMA XI - Yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo de la pasión; de ansia de goces mi alma está llena; ¿a mí me buscas? -No es a ti; no - Mi frente es pálida; mis trenzas de oro puedo brindarte dichas sin fin; yo de ternura guardo un tesoro; ¿a mí me llamas? -No; no es a ti. - Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incorpórea, soy intangible; no puedo amarte. -¡Oh, ven; ven tú!


RIMA XII

Porque son niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las huris del profeta.

El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta.
Las esmeraldas son verdes,
verde el color del que espera,
y las ondas del océano,
y el laurel de los poetas.

Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta
en que el carmín de los pétalos
se ve a través de las perlas
Y, sin embargo,
sé que te quejas,
porque tus ojos
crees que la afean:
pues no lo creas;
que parecen tus pupilas,
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro,
que al soplo del aire tiemblan.


Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta,
que en el estío convida
a apagar la sed en ella.

Y, sin embargo,
sé que te quejas,
porque tus ojos
crees que la afean:
pues, no lo creas
que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.

Es tu frente que corona
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.

Y, sin embargo,
sé que te quejas,
porque tus ojos
crees que la afean:
pues, no lo creas
Que, entre las rubias pestañas,
junto a las sienes, semejan
broches de esmeralda y oro,
que un blanco armiño sujetan.



RIMA XIII




Tu pupila es azul, y cuando ríes, su claridad suave me recuerda el trémulo fulgor de la mañana que en el mar se refleja. Tu pupila es azul, y cuando lloras, las transparentes lágrimas en ella se me figuran gotas de rocío sobre una violeta. Tu pupila es azul, y si en su fondo como un punto de luz radia una idea me parece, en el cielo de la tarde, ¡una perdida estrella!
RIMA XVII Hoy la tierra y los cielos me sonríen; hoy llega al fondo de mi alma el sol; hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios!

RIMA XX Sabe, si alguna vez tus labios rojos quema invisible atmósfera abrasada, que al alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.

Julio Cortázar


Conducta en los velorios




No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Mi prima segunda, la mayor, se encarga de cerciorarse de la índole del duelo, y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo único que les queda a esos hombres y a esas mujeres entre el olor a nardos y a café, entonces nos quedamos en casa y los acompañamos desde lejos. A lo sumo mi madre va un rato y saluda en nombre de la familia; no nos gusta interponer insolentemente nuestra vida ajena a ese diálogo con la sombra. Pero si de la pausada investigación de mi prima surge la sospecha de que en un patio cubierto o en la sala se han armado los trípodes del camelo, entonces la familia se pone sus mejores trajes, espera a que el velorio esté a punto, y se va presentando de a poco pero implacablemente.
En Pacífico las cosas ocurren casi siempre en un patio con macetas y música de radio. Para estas ocasiones los vecinos condescienden a apagar las radios, y quedan solamente los jazmines y los parientes, alternándose contra las paredes. Llegamos de a uno o de a dos, saludamos a los deudos, a quienes se reconoce fácilmente porque lloran apenas ven entrar a alguien, y vamos a inclinarnos ante el difunto, escoltados por algún pariente cercano. Una o dos horas después toda la familia está en la casa mortuoria, pero aunque los vecinos nos conocen bien, procedemos como si cada uno hubiera venido por su cuenta y apenas hablamos entre nosotros. Un método preciso ordena nuestros actos, escoge los interlocutores con quienes se departe en la cocina, bajo el naranjo, en los dormitorios, en el zaguán, y de cuando en cuando se sale a fumar al patio o a la calle, o se da una vuelta a la manzana para ventilar opiniones políticas y deportivas. No nos lleva demasiado tiempo sondear los sentimientos de los deudos más inmediatos, los vasitos de caña, el mate dulce y los Particulares livianos son el puente confidencial; antes de media noche estamos seguros, podemos actuar sin remordimientos. Por lo común mi hermana la menor se encarga de la primera escaramuza; diestramente ubicada a los pies del ataúd, se tapa los ojos con un pañuelo violeta y empieza a llorar, primero en silencio, empapando el pañuelo a un punto increíble, después con hipos y jadeos, y finalmente le acomete un ataque terrible de llanto que obliga a las vecinas a llevarla a la cama preparada para esas emergencias, darle a oler agua de azahar y consolarla, mientras otras vecinas se ocupan de los parientes cercanos bruscamente contagiados por la crisis. Durante un rato hay un amontonamiento de gente en la puerta de la capilla ardiente, preguntas y noticias en voz baja, encogimientos de hombros por parte de los vecinos. Agotados por un esfuerzo en que han debido emplearse a fondo, los deudos amenguan en sus manifestaciones, y en ese mismo momento mis tres primas segundas se largan a llorar sin afectación, sin gritos, pero tan conmovedoramente que los parientes y vecinos sienten la emulación, comprenden que no es posible quedarse así descansando mientras extraños de la otra cuadra se afligen de tal manera, y otra vez se suman a la deploración general, otra vez hay que hacer sitio en las camas, apantallar a señoras ancianas, aflojar el cinturón a viejitos convulsionados. Mis hermanos y yo esperamos por lo regular este momento para entrar en la sala mortuoria y ubicarnos junto al ataúd. Por extraño que parezca estamos realmente afligidos, jamás podemos oír llorar a nuestras hermanas sin que una congoja infinita nos llene el pecho y nos recuerde cosas de la infancia, unos campos cerca de Villa Albertina, un tranvía que chirriaba al tomar la curva en la calle General Rodríguez, en Bánfield, cosas así, siempre tan tristes. Nos basta ver las manos cruzadas del difunto para que el llanto nos arrase de golpe, nos obligue a taparnos la cara avergonzados, y somos cinco hombres que lloran de verdad en el velorio, mientras los deudos juntan desesperadamente el aliento para igualarnos, sintiendo que cueste lo que cueste deben demostrar que el velorio es el de ellos, que solamente ellos tienen derecho a llorar así en esa casa. Pero son pocos, y mienten (eso lo sabemos por mi prima segunda la mayor, y nos da fuerzas). En vano acumulan los hipos y los desmayos, inútilmente los vecinos más solidarios los apoyan con sus consuelos y sus reflexiones, llevándolos y trayéndolos para que descansen y se reincorporen a la lucha. Mis padres y mi tío el mayor nos reemplazan ahora, hay algo que impone respeto en el dolor de estos ancianos que han venido desde la calle Humboldt, cinco cuadras contando desde la esquina, para velar al finado. Los vecinos más coherentes empiezan a perder pie, dejan caer a los deudos, se van a la cocina a beber grapa y a comentar; algunos parientes, extenuados por una hora y media de llanto sostenido, duermen estertorosamente. Nosotros nos relevamos en orden, aunque sin dar la impresión de nada preparado; antes de las seis de la mañana somos los dueños indiscutidos del velorio, la mayoría de los vecinos se han ido a dormir a sus casas, los parientes yacen en diferentes posturas y grados de abotagamiento, el alba nace en el patio. A esa hora mis tías organizan enérgicos refrigerios en la cocina, bebemos café hirviendo, nos miramos brillantemente al cruzarnos en el zaguán o los dormitorios; tenemos algo de hormigas yendo y viniendo, frotándose las antenas al pasar. Cuando llega el coche fúnebre las disposiciones están tomadas, mis hermanas llevan a los parientes a despedirse del finado antes del cierre del ataúd, los sostienen y confortan mientras mis primas y mis hermanos se van adelantando hasta desalojarlos, abreviar el ultimo adiós y quedarse solos junto al muerto. Rendidos, extraviados, comprendiendo vagamente pero incapaces de reaccionar, los deudos se dejan llevar y traer, beben cualquier cosa que se les acerca a los labios, y responden con vagas protestas inconsistentes a las cariñosas solicitudes de mis primas y mis hermanas. Cuando es hora de partir y la casa está llena de parientes y amigos, una organización invisible pero sin brechas decide cada movimiento, el director de la funeraria acata las órdenes de mi padre, la remoción del ataúd se hace de acuerdo con las indicaciones de mi tío el mayor. Alguna que otra vez los parientes llegados a último momento adelantan una reivindicación destemplada; los vecinos, convencidos ya de que todo es como debe ser, los miran escandalizados y los obligan a callarse. En el coche de duelo se instalan mis padres y mis tíos, mis hermanos suben al segundo, y mis primas condescienden a aceptar a alguno de los deudos en el tercero, donde se ubican envueltas en grandes pañoletas negras y moradas. El resto sube donde puede, y hay parientes que se ven precisados a llamar un taxi. Y si algunos, refrescados por el aire matinal y el largo trayecto, traman una reconquista en la necrópolis, amargo es su desengaño. Apenas llega el cajón al peristilo, mis hermanos rodean al orador designado por la familia o los amigos del difunto, y fácilmente reconocible por su cara de circunstancias y el rollito que le abulta el bolsillo del saco. Estrechándole las manos, le empapan las solapas con sus lágrimas, lo palmean con un blando sonido de tapioca, y el orador no puede impedir que mi tío el menor suba a la tribuna y abra los discursos con una oración que es siempre un modelo de verdad y discreción. Dura tres minutos, se refiere exclusivamente al difunto, acota sus virtudes y da cuenta de sus defectos, sin quitar humanidad a nada de lo que dice; está profundamente emocionado, y a veces le cuesta terminar. Apenas ha bajado, mi hermano el mayor ocupa la tribuna y se encarga del panegírico en nombre del vecindario, mientras el vecino designado a tal efecto trata de abrirse paso entre mis primas y hermanas que lloran colgadas de su chaleco. Un gesto afable pero imperioso de mi padre moviliza al personal de la funeraria; dulcemente empieza a rodar el catafalco, y los oradores oficiales se quedan al pie de la tribuna, mirándose y estrujando los discursos en sus manos húmedas. Por lo regular no nos molestamos en acompañar al difunto hasta la bóveda o sepultura, sino que damos media vuelta y salimos todos juntos, comentando las incidencias del velorio. Desde lejos vemos cómo los parientes corren desesperadamente para agarrar alguno de los cordones del ataúd y se pelean con los vecinos que entre tanto se han posesionado de los cordones y prefieren llevarlos ellos a que los lleven los parientes.
FIN




Axolotl
Julio Cortázar
Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.




SIMULACROS


Somos una familia rara. En este país donde las cosas se hacen por obligación o fanfarronería, nos gustan las ocupaciones libres, las tareas porque sí, los simulacros que no sirven para nada. Tenemos un defecto: nos falta originalidad. Casi todo lo que decidimos hacer está inspirado -digamos francamente, copiado- de modelos célebres. Si alguna novedad aportarnos es siempre inevitable: los anacronismos o las sorpresas, los escándalos. Mi tío el mayor dice que somos como las copias en papel carbónico, idénticas al original salvo que otro color, otro papel, otra finalidad. Mi hermana la tercera se compara con el ruiseñor mecánico de Andersen; su romanticismo llega a la náusea. Somos muchos y vivimos en la calle Humboldt. Hacemos cosas, pero contarlo es difícil porque falta lo más importante, la ansiedad y la expectativa de estar haciendo las cosas, las sorpresas tanto más importantes que los resultados, los fracasos en que toda la familia cae al suelo como un castillo de naipes y durante días enteros no se oyen más que deploraciones y carcajadas. Contar lo que hacemos es apenas una manera de rellenar los huecos inevitables, porque a veces estamos pobres o presos o enfermos, a veces se muere alguno o (me duele mencionarlo) alguno traiciona, renuncia, o entra en la Dirección Impositiva. Pero no hay que deducir de esto que nos va mal o que somos melancólicos. Vivimos en el barrio de Pacífico, y hacemos cosas cada vez que podemos. Somos muchos que tienen ideas y ganas de llevarlas a la práctica. Por ejemplo el patíbulo, hasta hoy nadie se ha puesto de acuerdo sobre el origen de la idea, mi hermana la quinta afirma que fue de uno de mis primos carnales, que son muy filósofos, pero mi tío el mayor sostiene que se le ocurrió a él después de leer una novela de capa y espada. En el fondo nos importa poco, lo único que vale es hacer cosas, y por eso las cuento casi sin ganas, nada más que para no sentir tan de cerca la lluvia de esta tarde vacía. La casa tiene jardín delantero, cosa rara en la calle Humboldt. No es más grande que un patio, pero está tres escalones más alto que la vereda, lo que le da un vistoso aspecto de plataforma, emplazamiento ideal para un patíbulo. Como la verja es de mampostería y de fierro, se puede trabajar sin que los transeúntes estén por así decirlo metidos en casa; pueden apostarse en la verja y quedarse horas, pero eso no nos molesta. "Empezaremos con la luna llena", mandó mi padre. De día íbamos a buscar maderas y fierros a los corralones de la avenida Juan B. Justo, pero mis hermanas se quedaban en la sala practicando el aullido de los lobos, después que mi tía la menor sostuvo que los patíbulos atraen a los lobos y los incitan a aullar a la luna. Por cuenta de mis primos corría la provisión de clavos y herramientas; mi tío el mayor dibujaba los planos, discutía con mi madre y mi tío segundo la variedad y calidad de los instrumentos de suplicio. Recuerdo el final de la discusión: se decidieron adustamente por una plataforma bastante alta, sobre la cual se alzarían una horca y una rueda, con un espacio libre destinado a dar tormento o decapitar según los casos. A mi tío el mayor le parecía mucho más pobre y mezquino que su idea original, pero las dimensiones del jardín delantero y el costo de los materiales restringen siempre las ambiciones de la familia. Empezamos la construcción un domingo por la tarde, después de los ravioles. Aunque nunca nos ha preocupado lo que puedan pensar los vecinos, era evidente que los pocos mirones suponían que íbamos a levantar una o dos piezas para agrandar la casa. El primero en sorprenderse fue don Cresta, el viejito de enfrente, y vino a preguntar para qué instalábamos semejante plataforma. Mis hermanas se reunieron en un rincón del jardín y soltaron algunos aullidos de lobo. Se amontonó bastante gente, pero nosotros seguimos trabajando hasta la noche y dejamos terminada la plataforma y las dos escalerillas (para el sacerdote y el condenado, que no deben subir juntos). El lunes una parte de la familia se fue a sus respectivos empleos y ocupaciones, ya que de algo hay que morir, y los demás empezamos a levantar la horca mientras mi tío el mayor consultaba dibujos antiguos para la rueda. Su idea consistía en colocar la rueda lo más alto posible sobre una pértiga ligeramente irregular, por ejemplo un tronco de álamo bien desbastado. Para complacerlo, mi hermano el segundo y mis primos carnales se fueron con la camioneta a buscar un álamo; entretanto mi tío el mayor y mi madre encajaban los rayos de la rueda en el cubo, y yo preparaba un suncho de fierro. En esos momentos nos divertíamos enormemente porque se oía martillear en todas partes, mis hermanas aullaban en la sala, los vecinos se amontonaban en la verja cambiando impresiones, y entre el solferino y el malva del atardecer ascendía el perfil de la horca y se veía a mi tío el menor a caballo en el travesaño para fijar el gancho y preparar el nudo corredizo. A esta altura de las cosas la gente de la calle no podía dejar de darse cuenta de lo que estábamos haciendo, y un coro de protestas y amenazas nos alentó agradablemente a rematar la jornada con la erección de la rueda. Algunos desaforados habían pretendido impedir que mi hermano el segundo y mis primos entraran en casa el magnífico tronco de álamo que traían en la camioneta. Un conato de cinchada fue ganado de punta a punta por la familia en pleno que, tirando disciplinadamente del tronco, lo metió en el jardín junto con una criatura de corta edad prendida de las raíces. Mi padre en persona devolvió la criatura a sus exasperados padres, pasándola cortésmente por la verja, y mientras la atención se concentraba en estas alternativas sentimentales, mi tío el mayor, ayudado por mis primos carnales, calzaba la rueda en un extremo del tronco y procedía a erigirla. La policía llegó en momentos en que la familia, reunida en la plataforma, comentaba favorablemente el buen aspecto del patíbulo. Sólo mi hermana la tercera permanecía cerca de la puerta, y le tocó dialogar con el subcomisario en persona; no le fue difícil convencerlo de que trabajábamos dentro de nuestra propiedad, en una obra que sólo el uso podía revestir de un carácter anticonstitucional, y que las murmuraciones del vecindario eran hijas del odio y fruto de la envidia. La caída de la noche nos salvó de otras pérdidas de tiempo. A la luz de una lámpara de carburo cenamos en la plataforma, espiados por un centenar de vecinos rencorosos; jamás el lechón adobado nos pareció más exquisito, y más negro y dulce el nebiolo. Una brisa del norte balanceaba suavemente la cuerda de la horca; una o dos veces chirrió la rueda, como si ya los cuervos se hubieran posado para comer. Los mirones empezaron a irse, mascullando vagas amenazas; aferrados a la verja quedaron veinte o treinta que parecían esperar alguna cosa. Después del café apagamos la lámpara para dar paso a la luna que subía por los balaústres de la terraza, mis hermanas aullaron y mis primos y tíos recorrieron lentamente la plataforma, haciendo temblar los fundamentos con sus pasos. En el silencio que siguió, la luna vino a ponerse a la altura del nudo corredizo, y en la rueda pareció tenderse una nube de bordes plateados. Las mirábamos, tan felices que era un gusto, pero los vecinos murmuraban en la verja, como al borde de una decepción. Encendieron cigarrillos y se fueron yendo, unos en piyama y otros más despacio. Quedó la calle, una pitada de vigilante a lo lejos, y el colectivo 108 que pasaba cada tanto; nosotros ya nos habíamos ido a dormir y soñábamos con fiestas, elefantes y vestidos de seda.
Cortázar, Julio; Historias de cronopios y de famas, Buenos Aires, Sudamericana, 1994

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